Después de 1 680 euros y seis meses de terapia, Alfonso, mi psicólogo, me dijo que estaba listo. —Puedes volar. —¿Seguro? —¿Crees que esa pregunta es pertinente a estas alturas? —dijo levantando levemente la ceja. Iba a contestar que no sabía, pero no lo hice. —No —dije, esforzándome por sonreír—. Me refiero a que no es pertinente. Y, sí, sí estoy listo. Para volar, digo. Parece que después de más de veinte sesiones hablando de…Continúa leyendo Sinceridad
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Guerra y paz
Llegué a casa de la abuela a las cuatro de la tarde. La ceremonia no iba a celebrarse hasta un rato después, pero yo había querido ir un poco antes para estar de nuevo sola en aquella casa donde me iba reconociendo en cada estancia, en cada esquina. Me la sabía de memoria y, sin embargo, ahora me parecía extraña, como si hubiera encogido al mismo ritmo que había hecho ella, sobre todo en los…Continúa leyendo Guerra y paz
Aire nuevo
A Elvira no le gustan los hospitales. Los detesta. Odia su olor, sus ruidos, su calor excesivo, reconcentrado, sin ventilar. Ella, que lo primero que hace cuando se levanta es abrir bien las ventanas para que entre el aire, sea el que sea. Carmen, su vecina, dice que es aire contaminado, que el aire de la ciudad está sucio, que lo ha oído en la radio, pero a Elvira le da igual, es aire, al…Continúa leyendo Aire nuevo
Invitado
Se notaba que la cama era la de invitados. El somier crujía ligeramente, el colchón era blando y el edredón, demasiado grueso. Nada era como en mi cama, nuestra cama, mi excama. No la echaba de menos, esa es la verdad; tampoco a Natalia, que es quien se había quedado con la habitación (nuestra habitación, mi exhabitación), pero en las semanas que llevaba durmiendo en el cuarto de invitados me sentía, precisamente, así, como un…Continúa leyendo Invitado